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A 119 años de su muerte. Recordando al fundador, don JOSÉ LUIS CLARO CRUZ

Hoy 21 de junio, se cumplen 119 años desde el fallecimiento de don José Luis Claro Cruz, el visionario hombre que fundó una de las más nobles instituciones: el Cuerpo de Bomberos de Santiago.

En esta ocasión, dejamos un texto elaborado por el ex-voluntario tercerino don Antonio Marquez Allison, de la División de Estudios «1863», en conmemoración de los 80 años del fallecimiento del Fundador.

 

A 80 años de su muerte. Recordando al fundador, don JOSÉ LUIS CLARO

Por ANTONIO MARQUEZ ALLISON
DIVISION ESTUDIOS «1863»

Hace 80 años, el 21 de junio de 1901, fallecía el hombre a quien la ciudad de Santiago debía la existencia de su Cuerpo de Bomberos. Tenía 75 años y dejaba el recuerdo de una vida agitada, apasionante, de una abnegación a toda prueba y de una acción genialmente visionaria.

Don José Luis Claro y Cruz había nacido en Santiago en los anárquicos días del año 1826, cuando por fin Chile se unía para siempre con la isla de Chiloé. Su padre, el Teniente Coronel don Vicente Claro Montenegro, había participado activamente en la Expedición Libertadora del Perú, como ayudante del General San Martín. Casado con doña Carmen Cruz Prieto, el hogar era centro de reunión obligado para las grandes figuras políticas de la gesta emancipadora. Don José Luis era nieto de ese gran general que fuera don José María de la Cruz, colaborador estrecho de O’Higgins, y sobrino del General Cruz, que levantaría a la juventud intelectual contra la candidatura de Manuel Montt.

Fruto de este ambiente familiar y político, vemos al joven José Luis Claro actuar decididamente en la revolución de 1851, junto a Benjamín Vicuña Mackenna, Francisco Bilbao y otros. En la batalla de Loncomilla se le da por muerto, al caer de su caballo en plena acción. En el asalto al cuartel de la Artillería, en ese violento año de 1851, el caudillo militar, don Pedro Urriola, fallece en los brazos nerviosos del joven José Luis.

De la acción bélica a la aventura minera. José Luis Claro, al igual que cientos de chilenos, sintió el llamado de la aventura californiana y se embarcó rumbo al norte en busca de la ilusión del oro.

Vuelto a Chile, José Luis Claro establece su hogar en Santiago, casando con doña Amelia Solar Marín, hija de la primera poetisa nacional, doña Mercedes Marín del Solar. De su matrimonio se desgrana una numerosa y distinguida familia que ocupara altos e importantes cargos en la vida pública.

Pero su vida la cambia un dramático hecho. El 8 de diciembre de 1863, la ciudad se estremece con el infierno del templo de la Compañía. Un incendio que estallara en el templo más importante de la capital al finalizar el Mes de María, consume entre sus llamas a dos mil mujeres.

Don José Luis, como tantos otros, colabora en el rescate de las víctimas. Y al día siguiente, recorriendo el lugar de la tragedia, piensa en la creación de una compañía de bomberos voluntarios y pasando del pensamiento a la acción entra al diario «La Voz de Chile» y luego a «El Ferrocarril», donde publica un aviso inmortal:

 

«Al público. Se cita a los jóvenes que deseen llevar a cabo
la idea del establecimiento de una compañía de bomberos,
pasar el día 14 del presente, a la una de la tarde, al escritorio
del que suscribe.

 José Luis Claro».

 

Ese día 14 de diciembre, su oficina se hace pequeña para recibir a lo más granado de la sociedad santiaguina. Todos quieren ingresar a las filas de la nueva organización, y viendo que la idea ha florecido rápidamente, se resuelve una nueva reunión para el día 20 en los salones de la Filarmónica.

Y así, el 20 de diciembre de 1863, nacía el Cuerpo de Bomberos de Santiago. Don José Luis no aceptó ningún cargo en el primer directorio. No quiso ser Oficial General, y sólo aceptó la capitanía de la bomba del Poniente. Junto a Enrique Meiggs, como Director, y a Ramón Abasolo, como su Teniente Primero, don José Luis Claro volcó toda su pasión y amor a la causa bomberil en las filas de la que luego sería la Tercera Compañía de Bomberos de Santiago. Hoy, la Tercera luce orgullosa los nombres de Claro y Abasolo como firma de centenaria historia.

En 1883, don José Luis Claro era designado Vicesuperintendente de la institución. Por su estrecha amistad con el Presiden te José Manuel Balmaceda, José Luis cae en desgracia al resultar triunfante la revolución congresista de 1891.

Cansado y viejo, sigue entregando su aporte y sus escasas energías a su Cuerpo de Bomberos. En 1900, luego de haber ocupado por años los cargos de Capitán y Director de su compañía, y los de Vicecomandante y Vicesuperintendente, el Cuerpo de Bomberos de Santiago lo nomina Director Honorario.

Sería el último honor en recibir, porque el 21 de junio de 1901, don José Luis Claro fallecía, legando a la ciudad una de sus instituciones más bellas y benefactoras. A sus funerales asistió la totalidad de las Compañías de Bomberos de la ciudad, el Directorio y un destacamento del Regimiento de Cazadores. En el cementerio le despidieron el en ton ces Superintendente, don Ismael Valdés Vergara, el Capitán de la Tercera, don Vicente Navarrete y su compañero de filas y fundador también del Cuerpo, don Jacinto Varas.

Tras ochenta años, la ciudad aún no coloca su nombre a una calle ni levanta un merecido monumento a quien materializara con su visión y su acción el nacimiento del Cuerpo de Bomberos de Santiago.

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