Revista VD: La huella de los mil días
La Intendencia de Santiago en manos de Benjamín Vicuña Mackenna

En la reciente edición de la revista VD del Mercurio, se realizó un reportaje por las principales obras de nuestro Fundador don Benjamín Vicuña Mackenna, mientras se desempeñó en el cargo de Intendente de Santiago entre los años 1872 y 1875.
Compartimos el texto integro.
La huella de los mil días
Benjamín Vicuña Mackenna fue intendente de santiago entre 1872 y 1875, durante poco más de tres años. En ese tiempo desplegó en la ciudad una serie de mejoras y ornamentos, en un intento que no solo buscaba convertir la capital en «el parís de América», sino que además terminar con los problemas morales que acarreaba la pobreza.
Texto, Paula Donoso Barros. Fotografías, José Luís Ríssettí.

Santiago no tenía más de treinta manzanas en las que vivía la gente distinguida y de buen pasar. Era «la ciudad decente», como la llamaba Benjamín Vicuña Mackenna. Fuera de esos márgenes estaban los arrabales, la miseria y, con ello, a su juicio, «la degradación moral» que acarrea la pobreza. Recién nombrado intendente de Santiago en 1872, Vicuña Mackenna no solo se propuso embellecer y modernizar la capital, sino también intervenir el espacio público de esta ciudad que veía dividida. Su apuesta fue que las mejoras traerían la regeneración del pueblo y ayudarían a poner fin a los problemas morales y sociales.
El 22 de julio de 1872 presentó al Parlamento el Plan Modernizador con veinte trabajos a desarrollar en la ciudad, la forma de financiarlos y sus problemas técnicos.
-Un proyecto integral y ambicioso, cubriendo materias como la vialidad, la higiene, el esparcimiento, la salud o la educación, en el que aplicó para una realidad semicolonial todas las experiencias adquiridas en su exilio en el mundo desarrollado -celebra Miguel Lawner, Premio Nacional de Arquitectura 2019.
Incondicional de su legado, Lawner aclara que «Vicuña Mackenna no es valorado como merecería. Fue un innovador inverosímil, que solo en un mandato de mil días en la Intendencia de Santiago realizó una obra increíble».
El Camino de Cintura es, de entre sus propuestas más emblemáticas, también la más polémica. Una vía que enmarcó el perímetro de Santiago, rodeando el centro por lo que hoy es Matucana, Exposición, Blanco Encalada, avenida Matta, Vicuña Mackenna, hasta el río Mapocho.
Para algunos, una barrera contra la pobreza y los vicios de los arrabales. «Si hasta ese momento la opulencia y la miseria compartían espacios, ahora comenzaban a distanciarse con mayor claridad», escribe el historiador Alfredo Palacios, en La Gran Remodelación de Santiago bajo la intendencia de Benjamín Vicuña Mackenna, ensayo publicado en la revista electrónica DU&P, de la Universidad Central.
Lawner no lo comparte: -Hay interpretaciones de ese tipo que yo hasta podría aceptar como consecuencia, pero reconociendo que el objetivo central nunca fue ese, sino que facilitar la circulación de los medios de transporte de la época. Es una barbaridad subestimar el conjunto de su pensamiento urbano. Se refiere a la totalidad de las medidas: a las dieciocho plazas que creó para esparcimiento del pueblo; a la creación de casas de diversión popular con escenarios, pistas de bailes, billares y palitroques, buscando hacerlas atractivas en reemplazo de las chinganas que eliminó por su desorden y relajo moral. La civilización, según Vicuña Mackenna, «debía normar paulatinamente a la ciudad bárbara».

También se refiere Lawner a la conversión del Campo de Marte en Parque Cousiño, actual Parque O’Higgins, teniendo en mente el Bois de Boulogne parisino. Porque el exilio que le valió haber participado en la insurrección contra el Presidente Manuel Bulnes terminó siendo una «bendición» -a su juicio-lo que le permitió coincidir en Europa con el Barón Haussmann, quien trabajaba en la modernización de París. Imparable, Vicuña Mackenna exploró la precordillera buscando fuentes de agua para abastecer de agua potable a la ciudad; se preocupó de mejorar la cárcel pública, de abrir avenidas, de construir escuelas, de crear mercados para la venta regulada de alimentos. Construyó un nuevo matadero y mejoró la salubridad del existente; uniformó a la policía de seguridad, reinauguró el Teatro Municipal cerrado luego de un incendio, expandió la red de alumbrado público a gas. Proyectos de los que el Museo Benjamín Vicuña Mackenna, que se ubica en lo que fue la casa del intendente, guarda una completa documentación.

Quiso, además, adoquinar las calles de gran circulación. Escribe Alfredo Palacios: «Cualquiera sea el embellecimiento exterior de la ciudad … no podía ser completo si las calles seguían convirtiéndose en un lodazal cuando caen las primeras lluvias, o ser una polvareda en primavera». En la primera cuadra de la calle del Estado se pusieron los primeros adoquines de Santiago, labrados a mano uno a uno, en las canteras de Conchalí.
Por supuesto, no alcanzó a hacerlo todo. De algunas obras la idea solo quedó lanzada. Como la canalización del río Mapocho, que consideraba «el más feo y desagradable de los ríos de la creación», cuenta Lawner.
Según escribe Palacios, ofreció el proyecto como «un brillante negocio para el municipio», ya que incorporaba nuevos terrenos para uso urbano, evitaría inundaciones y las aguas canalizadas se llevarían las basuras que se acumulaba en sus riberas.


Benjamín Vicuña Mackenna sí vio terminado su gran sueño. Convertir un cerro rocoso, con ubicación privilegiada junto al centro histórico, «en la plaza más hermosa de la ciudad».
Apenas asumió, el intendente detuvo la extracción de áridos que se hacía en el lugar, y junto con una comisión pensó fuentes, jardines, plazas, grutas, estatuas, un museo y monumentos. Presos condenados a trabajos forzados fueron la mano de obra. En tres meses estuvo lista la primera parte del paseo, y en dos años se completó el diseño.
El intendente reconocía al cerro Santa Lucía como «la obra que más amo, la que más me justifica, la única que me enorgullece». Ahi, en la ermita, fue sepultado a su muerte en 1886, a los 55 años.

-Vicuña Mackenna es fundamental en la historia de Santiago. Sus proyectos van aparejados unos con otros para, en su conjunto, lograr esta ciudad que aspiraba. Es el primer urbanista en la historia de Chile -asegura Lawner.
No ha habido un segundo que abarque un proyecto tan completo.
-Están los arquitectos Juan Honold y Pastor Correa, autores del Plan Regulador Intercomunal de Santiago, en 1960, quienes concibieron la circunvalación América Vespucio. Y Juan Parrochía, quien diseñó el plano del metro, pero ninguno abordó tantos ámbitos como el plan de Vicuña Mackenna. VD