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AL PÚBLICO… UN LLAMADO QUE PERMANECE VIVO

LA CUNA DEL CUERPO
(Benjamín Vicuña Mackenna)

El ínclito y glorioso Cuerpo de Bomberos de Santiago, no nació de un incendio. Nació de una hoguera, de una hecatombe humana, la mayor del mundo moderno, producida por el fuego. Fue su cuna un templo fatídico en que perecieron dos mil doscientas almas inocentes, y la cotona roja que hasta hoy visten en Santiago los soldados del fuego, no es sino un  reflejo de las llamas que un día nefasto sembraron de luto todos los campos y todas las ciudades de la República.

Cuarenta y ocho horas después de ocurrida la espantosa catástrofe de la Compañía de Jesús, en la tarde del memorable 8 de diciembre de 1863, un joven animoso y entusiasta que había conocido en California los milagros de las asociaciones contra el fuego y contra el crimen, hizo en efecto un llamamiento a la generosa juventud, y ese grito fue escuchado de una manera que en aquellos días de pavor y de tímido egoísmo causó vivo asombro. El nombre del iniciador era José Luis Claro, y su apelación a las armas, copiada de los diarios de la época, decía así, sencillamente:

Más de Docientos fueron los que atendieron ese llamado, número que no solo alcanzaba para formar una Cía de Bomberos como era la intención de Claro, sino que fue el inicio de todo lo que hoy es nuestra Institución, hoy en día somos 2.195 Bomberos(as) que abrazamos la misma vocación y entrega que José Luis Claro Cruz hiciera llamar aquel lejano 11 de Diciembre de 1863. 

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